Alrededor de esta época, el año pasado, todo de lo que Gerard Way podía hablar era de lo diferente que iba a ser el próximo álbum de My Chemical Romance. La banda venía salía de dos largos años de apoyar a su álbum del 2006, The Black Parade, una ópera rock sobre el cáncer y la muerte que vendió más de tres millones de copias en el mundo entero. Los dos álbumes anteriores, I Brought You My Bullets You Brought Me Your Love (2002) y Three Cheers For Sweet Revenge (2004) también eran conceptuales, crónicas del viaje de una pareja al infierno después de morir en un tiroteo en el desierto. Pero el nuevo álbum, Way prometía y prometía, traería todo de vuelta a lo básico. Nada de tramas épicas. Nada de uniformes locos. Nada de maquillajes. Y definitivamente, nada de tiroteos en el desierto.
Por lo tanto, no deja de ser irónico que los cuatro miembros de My Chemical Romance se encontrara en las tierras del árbol de Josué preparándose para tener un tiroteo en el desierto. Es un miércoles de septiembre, 99 grados de calor, y My Chem está en un estacionamiento abandonado de una gasolinería a 65 millas en las afueras de L. A., filmando el video para su magistralmente titulado single “Na Na Na (Na Na Na Na Na Na Na Na Na)”. Están vestidos en chaquetas de cuero de colores coordinados y botas de motociclistas a lo Mad Max, y portando pistolas de láser al estilo Cazador de Patos haciendo juego.
Pero, vamos – al menos no están usando maquillaje.
Así que, ¿todo eso sobre volver a lo básico? ¿A quién estaban engañando? Ninguna banda hace cosas grandes como My Chemical Romance. Les encanta comprometerse, mientras más extraña la idea, mejor ¿Quieres volar sobre peleas a lo Majove con los tipos malos? ¡Seguro! ¿En un Trans Am clásico con la bandera americana pintada en él? ¡Bueno! ¿Manejado por el especialista de Rápido y Furioso? ¿Por qué no? ¿Usando disfraces que Way creó con la diseñadora de Tim Burton? ¡Joder! (Los fans tendrán la oportunidad de ver el Trans Am ellos mismos cuando la banda lo lleve consigo en la próxima gira, mientras que un set de $70 del nuevo álbum viene con réplicas de las pistolas láser).
La obra de My Chem se llama Danger Days: The True Lives Of The Fabulous Killjoys, y es exactamente tan exagerado como el título te hace pensar ¿La premisa? En el año 2019, alguna catástrofe medioambiental no identificada cae sobre América. Los sobrevivientes son gobernados por una nefasta corporación llamada Better Living Industries, quienes emplean un ejército de vampiros con máscaras llamados Draculoides. Depende de nuestros héroes, una pandilla de motociclistas de “artistas rudos” llamados Killjoys – también conocidos como My Chem – salvar el día.
“Es un concepto alto” explica el guitarrista Frank Iero, 29, “pero no es un álbum conceptual”. Cuando se encuentra con una cara de incomprensión, se ríe como si hubiera estado en ese lugar también. “Sí” asiente. “Cuando Gerard lo dice yo también digo ‘Bueeeeeeeno…’”. Pero la banda confía en su líder. “Le gusta decir que somos sus detectores de estupideces.”
“Gerard tiene una mente genial” dice el guitarrista Ray Toro, 33. “El da en el blanco de las cosas que la gente está pensando antes de que se den cuenta.” Way concibió la apariencia de la banda, codirige los videos (Este con Nate Weaver y alguien llamado Roboshobo) e incluso peinó tiendas de disfraces para encontrar las máscaras de los Draculoides. “Es el maestro de los sueños esquemáticos” dice Rob Cavallo, el productor del álbum y el nuevo jefe de Warner Bros. Record. “Casi me recuerda a Robert Rodríguez o Tarantino, más que a cualquier músico – él es un auteur”.
“No sé en qué no es bueno” dice Mikey Way, 30, bajista de MCR y hermano menor de Gerard. “No se entrenó en ninguna de estas cosas, pero las hace maravillosamente.” Unos años atrás, Gerard, 33, escribió un libro de cómics, The Umbrella Academy, que ganó el equivalente a un Oscar en el medio, y ahora está ayudando a adaptarla a una película. También está escribiendo el libro de cómics de los Fabulous Klljoys, y recientemente se lanzó a otro estudio de Hollywood con otra idea, basada en cuento de hadas.
Aún así, para Gerard, hoy corriendo por ahí con anteojos de aviador reflejantes y jeans blancos hechos marrones por el polvo, esta clase de omnivorosidad es de lo más natural. “Me encanta todo” dice durante un descanso entre las escenas. “No hay muchas formas de arte donde puedes controlar tu presentación y tus ideas. Quiero decir, pasas dos años trabajando en un álbum ¿Por qué no pasarte dos años trabajando en todo lo demás?”
La tarde siguiente, Way contesta a la puerta de su hogar en el vecindario de Mt. Washington, en Los Ángeles, en medias de color azul agua, una remera sin mangas negra, y un par de tejanos cortados que violarían el código de vestimenta de muchas escuelas. La casa, que Way y su esposa Lindsay compraron para el Día de San Valentín del 2008, es acogedora y apartada, con paredes de estuco y muchas vigas de madera expuestas. Fui construida en los años ’30, por una mujer de Mexico que hizo su fortuna en el negocio de las tostadas (“la Coronel Sanders de las tostadas” bromea Way), y un cartel sobre la entrada todavía testifica sus vibraciones de gratitud: CASA DE MIS SUEÑOS.
“¿Quieres que te de una vuelta?” pregunta Way, con un Mlaboro no encendido entre los labios. La primera parada es su oficina, con pilas del suelo hasta el techo con libros de cómics, novelas y DVDs. En el escritorio, junto a su computadora, hay una réplica a tamaño real del casco de Boba Fett, y escondido en el clóset, por algún lado, una colección de androides. Way creció en Nueva Jersey, en un área donde montar bicicletas no era seguro, así que él y Mikey tuvieron que buscarse su propia diversión, actuando las películas de Star Wars (usualmente El Imperio Ataca de Vuelta, para muestra basta un botón), y episodios de G.I. Joe. Gerard incluso recuerda mandar bocetos para figuras de acción a la buena gente de Hasboro (que nunca le contestaron).
Afuera del baño – donde se asienta un bacineta de entrenamiento – Way tiene que saltar para esquivar un peluche de Elmo. En mayo de 2009, Lindsay, quien toca el bajo en la banda electro-punk Mindless Self Indulgence, dio a luz a su primera hija, una niña llamada Bandit Lee. Way dice que ama todo sobre la paternidad, incluso cambiar pañales, con una única excepción. “No soy el mejor dando baños, me pone nervioso. No quiero golpearle la cabeza. Lindsay me llama el Inspector de Seguridad. Toda mi vida fui muy protector con Mikey, porque sentía que ese era mi trabajo, y eso se transfirió totalmente a Bandit.”
Para su vida diaria, también es así. En la música de My Chem, Way se proyecta como una especie de inspector de seguridad de las emociones, poniendo protectores para bebés en los enchufes de la adolescencia. En The Black Parade, él se doblaba a sí mismo como “el salvador de los caídos, los derrotados y los malditos”, y estableció para la banda la modesta meta de salvar al mundo. “Pensé que si hacíamos un álbum que tratara de cambiar al mundo o darle esperanza, realmente funcionaría” dice Way felizmente. “Pero todo lo que la gente encontró fue muerte y destrucción, y miseria, y odio a sí mismo. Aprendí que el mundo no quiere ser salvado, y te dará un puto puñetazo en el rostro si lo intentas.”
Nos dirigimos hacia abajo, pasando por el dormitorio principal (con chimenea, la cama deshecha, una romántica imagen enmarcada en blanco y negro de una pareja cubierta de sangre), y hacia el patio trasero. Es un lugar magnífico, con una sorprendente vista del cañón. “En realidad nunca vengo para aquí” dice un poco avergonzado, mientras pasamos junto a un pequeño grupo de naranjeros, con la fruta pasada sin ser recogida. Casi al final de la colina, hay otro árbol, lleno de una fruta verde de forma extraña. Way se para en seco. “Esto no lo había visto”. Toma una y la muerde. “¡Es una manzana!”
Para un tipo que una vez cantó en su single que los lanzó al éxito, “I’m Not Okay (I Promise)” que “no estoy, maldita sea, bien”, Way se ve… bueno, bastante bien. Le pregunto qué le diría al chico que escribió esa canción, y se ríe. “Le diría ‘Anímate, amigo. No te tortures. Vas a conocer a una chica genial y a tener una hija, y cuando eso ocurra, asegúrate de que estás feliz.’” Pero estos días, ha estado encantadoramente burlón sobre sí mismo y la idea de “tratar de ganarse al mundo con un musical, usando uniformes militares y cantando sobre nuestros sentimientos.”
En el 2004, mientras la banda crecía, Way tuvo una mala noche con pastillas y cerveza en Japón y decidió dejar las drogas y el alcohol de inmediato. Recientemente, a pesar de ello, ha estado disfrutando de una bebida ocasional. No es tanto acerca de emborracharse, sino de dejar ir sus auto restricciones. “[La sobriedad] se volvió todo un tema” dice. “Era tan importante, maldita sea, para todos menos para mí. Empiezas a sentirte como los tipos en Smiths que quieren comer hamburguesas de queso pero tienen que fingir que no. Entiendo que los chicos me admiren, que algunos hayan dejado de beber por mí. Pero ya no es una cosa tan importante para mí.”
No eres el salvador de nadie, quieres decir.
“Demonios, no”. Hace una pausa. “Pero fue una imagen divertida con la que jugar. Porque aún si pierdes la marca, probablemente seguirás siendo una persona muy importante. Apunta para salvador, y terminarás siendo excelente.”
En una tarde dominical soleada de septiembre, Mikey Way está comiendo una hamburguesa en un restaurante mexicano de Hollywood, hablando de su ciudad natal adoptiva. Con la palidez de la costa este e increíblemente flaco (¡75 kilos!), Way – de hecho, todos los de MCR – es una vista extraña entre las tonificadas, bronceadas masas de Melrose. Aún así, aparte de Iero, que vive con su esposa y sus dos hijas de siete meses en Jersey, todos los miembros de la banda son de los Los Ángeles ahora. Toro y Mikey ambos admiten que siguieron a Gerard, más o menos, pero les está gustando el lugar. “Cuando recién llegué, pensé que era un poco feo” dice Mikey. “Pero mientras más venía, empecé a ver lo que le veía la gente. En Jersey, cuando cae la nieve, son como tres meses en que estás paralizado. Aquí, el sol te inspira a salir a la puerta.” (Toro, en cambio, está feliz de que “finalmente encontró un buen trozo de pizza”).
Por un tiempo, salir a la puerta fue difícil. “Hacia el final de la gira de The Black Parade, estábamos todos exhaustos” dice Mikey. “Estaba fuera de control. No estaba contento”. Una persona ansiosa desde el comienzo, se tuvo que tomar un breve descanso, ostentosamente para casarse, pero más para descomprimirse y reagruparse.
Iero la tuvo difícil, también. “Vivir ese álbum de verdad vivirlo – ponerse esos disfraces por dos años, estar lejos de tu familia y amigos – eso fue difícil.” Para el final del ciclo, cuando cerraron en Mayo de 2008, estaban “agotados creativamente, físicamente y emocionalmente”. Por un tiempo Iero ni siquiera estuvo seguro de querer hacer otro álbum.
Cuando la banda entró al estudio unos meses más tarde con el productor Brendan O’Brien (Bruce Springsteen, Pearl Jam), el plan era hacer un álbum de punk crudo, directo y sucio. En una entrevista en abril del año pasado con SPIN, Way se preocupaba de que el éxito lo hubiera hecho auto-complaciente y nombro a los Stooges y a los MC5 como piedras de toque. La banda se había impuesto una serie de reglas detallando lo que no estaban autorizados a hacer, para deshacerse de la extravagancia teatral de The Black Parade. Tenía sentido en teoría, pero también fue algo perverso – el descartar la grandiosidad del tratemos-todo que los hizo grandes en primer lugar.
“Estábamos tan agotados por el peso, que queríamos correr en la dirección opuesta a ello” dice Iero. Peor mientras las sesiones avanzaban, la aproximación de más-es-manos empezó a pasar factura. “Se convirtió en otra regla que teníamos que seguir.”
Por mucho tiempo, la banda no pudo sacudirse la sensación de que la música era muy aburrida, muy plana. “En mi corazón, sabía que algunas cosas podían ser mejores” dice Toro. “Pero teníamos miedo de desecharlo todo.” No fue hasta que el álbum empezó a ser mezclado que finalmente se admitieron a sí mismo que podían hacerlo mejor. Llamaron a la empresa para decirles que querían volver al estudio con Cavallo para grabar una nueva canción. Una canción se hizo dos, dos se hicieron cuatro, y antes de darse cuenta, decidieron tirar todo y empezar de vuelta. (Tres de las canciones iniciales fueron re-grabadas para el nuevo álbum; Toro dice que quizá lancen el resto algún posiblemente, gratis).
Se necesita mucha valentía – o temeridad – para abandonar por completo un proyecto en el que has estado trabajando por más de un año, pero aparentemente no todos estaban a bordo. La banda no dirá nada de detalles. (“Hay cosas legales en curso” dice Toro). El veterano de estudio y presente baterista de Meat Loaf, John Miceli, toca en el álbum: Michael Pedicone, antiguamente de Bled, dará la gira con ellos, pero no tienen planes de contratar a un reemplazo de tiempo completo.
“Se volvió muy obvio que [Bryar] estaba obstruyendo el proceso creativo” dice Cavallo. “Es algo triste de decir, pero les estaba echando agua a su fuego.”
“Hay razones importantes por las que estuvimos juntos cinco años, y no queremos olvidarlas” dice Iero. “Pero no puedes ser una banda creativa con una persona que no ama crear.”
Iero, la conciencia punk de la banda, ve la narrativa del álbum de los Killjoys contra los Draculoides como parte de una metáfora de la vieja pelea entre el arte y el comercio – por “esas chupadas corporativas que tratan de robar tu magia y tú te resistes”. En realidad, a pesar de ello, “esa corporación” puede ser su mayor arma. Por años, My Chem ha tenido la buena fortuna de trabajar con el presidente de Warner Bros., Tom Whalley, uno de sus campeones veteranos. Luego, cuando Whalley dejó el sello en septiembre, fue reenlazado por Cavallo – el colaborador más cercano de la banda por los últimos cinco años, y un tipo que Mikey Way llama “su quinto miembro”. Es difícil imaginar una dinámica entre una ambiciosa banda de rock y un sello importante que sea menos antagónica.
“La impresión de la mayoría de la gente es que el sello está ahí para molestar a la banda” dice Toro. “Somos una de las pocas bandas que tienen una excelente relación con nuestro sello. Nos hemos hecho amigos de él.” Como tales, son inusualmente adeptos a usar la máquina a su favor. Iero estima que hundieron seis figuras del álbum antes de decidir empezar de nuevo; por la estimación de Gerard, solamente hay otras cinco bandas que han tenido ese mismo permiso (e incluso eso parece excesivo).
“No hay ninguna duda” dice Craig Aaronson, el representante de la banda. “Ellos querían llevarlo a otro nivel, y querían asegurarse de que tenían los recursos para hacerlo.” Cavallo mantiene que Warner hubiera hecho lo mismo por cualquier otro acto en el sello. Pero luego de dudarlo, también admite. “Cuando se trata de ellos, son mis favoritos.”
“Claramente desearíamos que la banda hubiera tenido el concepto un poco antes” dice socarronamente. “Pero el mundo no es perfecto. My Chemical Romance ha vendido millones de álbumes. Necesitamos y queremos continuar con ese éxito. Y haremos lo que sea para lograrlo.”
“Deberías ver el estudio de arte” dice Gerard. “No está tan lejos”.
Salta al volante de su Porsche Carrera, enciende el estéreo (KUSC – clásico) y se dirige a colina abajo hacia un lugar que la banda rentó hace un par de meses. Lindsay, una pintora y dioramista, tiene un estudio en el mismo complejo, y en el camino, Gerard habla de su arte y su carrera con más entusiasmo que sobre la suya. (Hecho: la Sra. Way se ha convertido en una especie de mentora para una joven aspirante a artista llamada Frances Bean Cobain. “Éramos su banda favorita” dice Gerard. “Courtney [Love] la trajo a un concierto para su cumpleaños, y ahora Lindsay y yo somos sus amigos. Es una chica excelente.”)
Mientras nos estacionamos, Lindsay Way casualmente va saliendo. Una belleza con el cabello teñido de rubio, es alta y tatuada, y usa un collar dorado con un colgante que dice BANDIT. Gerard Salta del auto y se apura para darle un beso. “Volveré a casa pronto”, le dice. “Te amo.”
En el estudio, tengo una epifanía: así debe ser cómo se ve el cerebro de Gerard. Hay bocetos a color de los autos y los disfraces, slogans garabateados en una pizarra con colores pastel y amarillo (“Art is the weapon”, “The aftermath is secondary”, “Look alive, sunshine”). Toda la habitación está llena de colores primarios, rayos láser rojos y amarillos de clara de huevo. Todo es brillante, atrevido y colorido – lo opuesto a lo “aburridos” que Mikey dice que son.
Si My Chemical Romance fuera una franquicia, entonces Danger Days sería su reestreno. Los negros negativos brillan por su ausencia, en cambio, Toro dice “Estamos trayendo de vuelta el color”. Como prueba, no hay que ir más lejos del color de cabello de Gerard. Para The Black Parade, se lo cortó a lo militar y se lo platinó, para simbolizar la muerte, ahora sus mechones son de rojo vibrante.
“El negro se volvió algo esperable” dice Gerard. “Es como la cultura vampírica que nos impusieron. Es tomar este monstruo que es realmente genial y feo y lanzarle maquillaje, sacarle los colmillos.” Le pregunto por su opinión sobre la moda de Crepúsculo y toda la cosa de los vampiros guapos y suspira. “Para ser honesto” dice, “la odio. Crecí mirando excelentes películas como From Dusk Till Dawn y Near Dark, y creo que si los vampiros no son feos, deberían ser podidamente peligrosos. Quiero decir, qué mierda – no ves a nadie saliendo con la Criatura de la Laguna Negra. La cosa más loca es que el tipo tiene como cien años y está tratando de tirarse a una de dieciséis ¿Qué pasaría si ese tipo se viera como la edad que tiene? Él está mucho más avanzado emocionalmente que ella ¡No es justo!”
Way suelta sus quejas con una sonrisa, pero hay una carnada detrás. La última canción de Danger Days se llama “Vampire Money”, y es acerca de las bandas peleando por un lugar en la banda sonora de Crepúsculo y la total negación de My Chem a seguir esa tendencia. “La gente estaba detrás del dinero vampírico con tantas ganas” dice Way. “Y la gente vivía asumiendo que nosotros lo haríamos también. Sé que Paramore lo hizo, y ellos son chicos muy buenos. Pero nosotros no nos parecemos en nada.”
Way piensa mucho sobre el negocio de la música. “Realmente estamos en una industria dirigida por el miedo ahora mismo” dice, encendiendo un Malboro. “¿Por qué estamos rebajándola, peleando con otros tipos con guitarras para lograr un mejor lugar en un formato de radio que más o menos apesta y está perdiendo su base de todas maneras? Todo se está haciendo pop. Así que, ¿cómo hacemos que el rock sea importante otra vez? Metiéndonos en el maldito territorio enemigo.”
Para Way, eso significa tomar las herramientas del pop y usándolas contra sí mismos. My Chem nunca se ha quedado corto en los ganchos, pero Danger Days va incluso más lejos, rebuscando entre los trucos más confiables del rock contemporáneo – teclados de sonido elaborado, ritmos de baile propulsivos, melodías listas para Glee y Broadway. “Para mucha gente, pop es una mala palabra”, dice. “Pero se trata de usar el pop como un arma. Le dije a los chicos que quería que este álbum sonara como apuntar una .357 al sol y apretar el gatillo hasta quedarnos sin munición”. También le encanta Lady Gaga, y incluso quería hacer una gira con ella antes de que ella se lanzara a la estratósfera. “Mucha de las imágenes en ‘Bad Romance’ es con lo que he estado jugando por años” dice. “A veces incluso me pregunto si ella ha visto alguno de nuestros videos o escuchado lo que hacemos.”
Mientras Way habla, podemos ver esas viejas tendencias salvadoras volviendo a meterse. Puede que las decoraciones y los cortes de pelo se hayan ido. Pero eso no significa que no haya una guerra que pelear. (Como dice Craig Aaronson: “Gerard es muy directo, y quiere ganar”.)
Way se queda callado por un segundo recordando una historia. “Después de Black Parade” recuerda, “un amigo me dijo ‘No te retires de esta cosa del rock todavía. Puede que creas que hiciste el Magical Mystery Tour, pero todavía te queda por hacer Revolver.’” En otras palabras, todavía quedan mundos por explorar, disfraces que hacer, tiroteos que tener. Límites que empujar.
Way sonríe. “Todavía no he llegado a la locura total”.
Si My Chemical Romance fuera una franquicia, entonces Danger Days sería su reestreno. Los negros negativos brillan por su ausencia, en cambio, Toro dice “Estamos trayendo de vuelta el color”. Como prueba, no hay que ir más lejos del color de cabello de Gerard. Para The Black Parade, se lo cortó a lo militar y se lo platinó, para simbolizar la muerte, ahora sus mechones son de rojo vibrante.
“El negro se volvió algo esperable” dice Gerard. “Es como la cultura vampírica que nos impusieron. Es tomar este monstruo que es realmente genial y feo y lanzarle maquillaje, sacarle los colmillos.” Le pregunto por su opinión sobre la moda de Crepúsculo y toda la cosa de los vampiros guapos y suspira. “Para ser honesto” dice, “la odio. Crecí mirando excelentes películas como From Dusk Till Dawn y Near Dark, y creo que si los vampiros no son feos, deberían ser podidamente peligrosos. Quiero decir, qué mierda – no ves a nadie saliendo con la Criatura de la Laguna Negra. La cosa más loca es que el tipo tiene como cien años y está tratando de tirarse a una de dieciséis ¿Qué pasaría si ese tipo se viera como la edad que tiene? Él está mucho más avanzado emocionalmente que ella ¡No es justo!”
Way suelta sus quejas con una sonrisa, pero hay una carnada detrás. La última canción de Danger Days se llama “Vampire Money”, y es acerca de las bandas peleando por un lugar en la banda sonora de Crepúsculo y la total negación de My Chem a seguir esa tendencia. “La gente estaba detrás del dinero vampírico con tantas ganas” dice Way. “Y la gente vivía asumiendo que nosotros lo haríamos también. Sé que Paramore lo hizo, y ellos son chicos muy buenos. Pero nosotros no nos parecemos en nada.”
Way piensa mucho sobre el negocio de la música. “Realmente estamos en una industria dirigida por el miedo ahora mismo” dice, encendiendo un Malboro. “¿Por qué estamos rebajándola, peleando con otros tipos con guitarras para lograr un mejor lugar en un formato de radio que más o menos apesta y está perdiendo su base de todas maneras? Todo se está haciendo pop. Así que, ¿cómo hacemos que el rock sea importante otra vez? Metiéndonos en el maldito territorio enemigo.”
Para Way, eso significa tomar las herramientas del pop y usándolas contra sí mismos. My Chem nunca se ha quedado corto en los ganchos, pero Danger Days va incluso más lejos, rebuscando entre los trucos más confiables del rock contemporáneo – teclados de sonido elaborado, ritmos de baile propulsivos, melodías listas para Glee y Broadway. “Para mucha gente, pop es una mala palabra”, dice. “Pero se trata de usar el pop como un arma. Le dije a los chicos que quería que este álbum sonara como apuntar una .357 al sol y apretar el gatillo hasta quedarnos sin munición”. También le encanta Lady Gaga, y incluso quería hacer una gira con ella antes de que ella se lanzara a la estratósfera. “Mucha de las imágenes en ‘Bad Romance’ es con lo que he estado jugando por años” dice. “A veces incluso me pregunto si ella ha visto alguno de nuestros videos o escuchado lo que hacemos.”
Mientras Way habla, podemos ver esas viejas tendencias salvadoras volviendo a meterse. Puede que las decoraciones y los cortes de pelo se hayan ido. Pero eso no significa que no haya una guerra que pelear. (Como dice Craig Aaronson: “Gerard es muy directo, y quiere ganar”.)
Way se queda callado por un segundo recordando una historia. “Después de Black Parade” recuerda, “un amigo me dijo ‘No te retires de esta cosa del rock todavía. Puede que creas que hiciste el Magical Mystery Tour, pero todavía te queda por hacer Revolver.’” En otras palabras, todavía quedan mundos por explorar, disfraces que hacer, tiroteos que tener. Límites que empujar.
Way sonríe. “Todavía no he llegado a la locura total”.
Fuente.
Traducción: Jo.
3 comentarios:
excelente entrevista, me gusta la forma en que Way ve el mundo de rock, creo que al final es lo que vale la pena, hacer un espectáculo, loco inesperado y que parta culos muy bien por el blog
Os mandé un mail al correo =)
Revisado, muchas gracias y ya descargado =)
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