10 años, 4 álbumes, 21 discos de oro, 3 bateristas. Esta es la increíble historia de My Chemical Romance.
Los cuatro miembros de My Chemical Romance están sentados alrededor de una mesa en el restaurante al aire libre de un hotel de Lisboa. Más allá, hay una vista del Barrio Alto, mientras que el intenso cielo azul portugués está plagado de nubes altas.
Pero el tema de la conversación no es lo bien que se está aquí, es, de hecho, sobre lo peculiar que parece que canciones escritas por nadie importante en un sótano de Nueva Jersey en el 2001 los han traído a este punto, diez años después. Mientras el vocalista Gerard Way, su hermano y bajista Mikey, y los guitarristas Frank Iero y Ray Toro rememoran su historia, se ríen mientras recuerdan los viejos tiempos y los amigos del pasado.
Pero a veces, también hay una sombra. Porque a pesar de su éxito, la historia de My Chemical Romance no siempre es de celebración. Ha habido problemas de acción al alcohol y las drogas, ha habido crisis nerviosas y momentos en que temieron volverse locos.
Conmovedoramente, mientras hablan, hay incluso disculpas cuando un miembro de la banda se da cuenta de lo que le hizo pasar a otro. Y hay revelaciones también, momentos de genuina sorpresa mientras surgen hechos que los otros miembros de la banda ignoraban. Porque hoy, tienen ganas de revelar su historia secreta.
Finalmente, después de hablar de la tosquedad de sus primeros años, contar la historia de cómo Three Cheers For Sweet Revenge los convirtió en estrellas, y detallar el triunfo y la locura que fue The Black Parade, Gerard permanece callado un minuto.
Está pensando en el primer concierto que dieron en un bar de veteranos en Ewing, Nueva Jersey, en Octubre de 2001. En ese entonces, su baterista era un viejo amigo llamado Matt “Otter” Pelissier; y Frank, solamente un amigo que estaba en la banda principal, Pencey Prep. Y brevemente, Gererd regresa al sudor, la energía y la tosquedad de ese concierto.
Luego dice: “Mirar ahora a Lisboa, es surreal acordarse de esos conciertos en sótanos. Las canciones que escribimos a literales y metafóricas miles de millas de distancia, son las que empezaron nuestro camino hacia aquí. Es muy extraño, pero genial”.
Este, entonces, es ese viaje.
¿Cómo fue su primer concierto?
Frank. Estaban ebrios. Todos estaban muy nerviosos, así que se arrimaron hasta la camioneta de Pencey y se embriagaron.
Mikey. Me bebí siete cervezas en cinco minutos. Estaba petrificado.
Frank. Cuando finalmente subieron al escenario, fue como mirar un huracán. El lugar se volvió loco. Ray y Gerard se pateaban el uno al otro, fue genial. Simplemente sabías que algo importante estaba pasando. Desde la primera nota que tocaron, fueron mi banda favorita.
Ray. Yo soy un tipo callado, pero esa música me hizo querer soltarlo todo. My Chem se sentía diferente: estábamos haciendo música que nunca había oído antes. Teníamos mucha energía.
Gerard. Después que terminamos, me sentía como si hubiera estado en un accidente automovilístico – pero uno realmente grandioso. Fue verdaderamente mágico. No podíamos tocar las canciones sin poner toda nuestra intensidad: hacíamos las pruebas de sonido nosotros mismos y nos lastimábamos. Teníamos que sobrevivir en la actuación y la música, no teníamos nada más.
¿Por qué le pidieron a Frank que se les uniera?
Gerard. Cuando vimos a Pencey Prep en el escenario, se nos hizo obvio lo que no teníamos. Ya teníamos un poco de dinamita, pero necesitábamos más. Frank fue la dinamita extra.
Frank. Yo estaba por ahí cuando estaban grabando un demo de Vampires Will Never Hurt You, y estaba muy, muy drogado. Ray había hecho 14 partes de guitarra y alguien dijo: “Si agregan otro guitarrista, podrían tocar esto en vivo”. Alguien contestó: “El único tipo que consideraríamos está demasiado drogado en el sillón”. Esa fue la primera vez que pensé que tendría una oportunidad de tocar en mi banda favorita.
Gerard dibujaba cómics y escribía historias cortas, pero pocos los han visto ¿Fue el grabar el álbum tu primera oportunidad de ser escuchado?
Gerard. Lo fue. Tenía un montón de cuadernos llenos de escritos de lo disociado que me sentía en mis primeros 20 años. Estaba realmente insatisfecho respecto a donde yo – y todos los demás – estábamos destinados a terminar. Íbamos a terminar como nadie. De ese sentimiento fue que nació la banda.
I Brought You My Bullets, You Brought Me Your Love fue lanzado en Julio de 2002 ¿Qué piensan de ese álbum ahora?
Ray. Se puede escuchar el nerviosismo y la emoción. Cada canción es más veloz, lo que le da mucho carácter. Me gusta su tosquedad, especialmente en las vocales. Suena muy verdadero. Me pongo emocional, también. Early Sunsets Over Monroeville no se parece a nada de lo que hemos hecho desde entonces – es magnífica.
¿Tenían alguna meta para después del lanzamiento?
Frank. Solamente teníamos una – irnos tan lejos de casa como fuera posible. Solamente queríamos tocar. Tocábamos en cualquier lado y con cualquier persona, y hacíamos mierda todo.
Gerard. Tocamos con bandas cristianas, bandas de metal, bandas hardcore, bandas indies, con todos. Sólo cinco de cada diez personas iban a vernos a nosotros, pero eran nuestras personas. Y eran ruidosos, también. Una vez vi a alguien lanzarle un puñetazo a un chico que había estado insultándonos en la cara. Fue genial.
Pero mientras estaban de gira, Gerard y Mikey empezaron a beber…
Gerard. El alcohol era una herramienta para sobrellevar todo. Había mucho tiempo que matar. Y la música era tan intensa, se trataba de un montón de cosas oscuras y jodidas y yo tenía que vivirlas cada vez que tocábamos. Era por eso que bebía tanto.
Mikey. Extrañaba mi hogar, y me ponía nervioso estar en el escenario. Era un medio para un fin, no recuerdo haberlo disfrutado.
Para Noviembre de 2003, la vida se veía bien para My Chemical Romance. Habían firmado con un sello profesional, y habían dado giras por Europa y América, construyéndose una base de fans pequeña, pero fiel. Habían estado pensando sobre su segundo álbum, Three Cheers For Sweet Revenge. “Decidimos” dice Ray, “que nada sería tabú. Si una canción era genial, entonces teníamos que grabarla, encajara o no”.
En el estudio Bay 7 de Los Ángeles, el productor Howard Benson los presionó mucho. No le había impresionado su demo, pero, con Gerard, reconoce algo. “Siempre estoy buscando por la estrella de la banda” ha dicho, “y Gerard ciertamente lo es”. Así que lo obligó a acceder a sus emociones y lo urgió a asumir diferentes identidades para cada canción. “Recuerdo que Howard me animaba a actuar muy raro” dice Gerard.
Pero, a través de las sesiones, había algo que afectaba a los hermanos Way. Un mes antes, su abuela – la mayor influencia que los había conducido a la música – murió. Gerard derramó sus sentimientos en el álbum, y particularmente en la canción Helena, llamada así por ella. Ha dicho en el pasado que “Toda la maldita rabia, el odio, el desprecio hacia Dios, la angustia, la agresión y todo el puto veneno – toda emoción por la que pasas cuando perdiste a alguien – está en Revenge”.
Y tomó esas emociones y las agregó a un cóctel de alcohol, Xanax, pastillas y cocaína.
¿Cuánto afectó al álbum la muerte de tu abuela?
Gerard. Luego de que nuestra abuela murió, volver a la música fue lo único que nos hacía sentir bien. Pero también fue cuando el alcohol y las drogas se convirtieron en un problema. Definitivamente dejé que eso creciera en LA.
Estuvo muy salvaje para todos ustedes. Frank ha dicho que él salía un viernes por la noche, tomaba pastillas y se despertaba el lunes sin recordar que había ocurrido durante el fin de semana.
Frank. Sí, eso era raro. Me despertaba, y no sabía que día era.
Ray. ¿En serio? No tenía idea de que eso pasaba. Era tan ingenuo. Sabía que había un par de problemas, porque había hablado acerca de ellos con Gerard, pero no vi nada tan diferente. De hecho estoy un poco sorprendido, no sabía de esto hasta hoy ¿Frank tomaba pastillas? Esto es una revelación para mí.
¿Esto afectó al álbum?
Gerard. Hubo una mañana en que no podía cantar porque había estado tomando cocaína toda la noche. Me sentía fatal, así que se lo dije a Ray y tuvimos una charla muy seria. No volvió a ser un problema hasta que salimos de gira otra vez.
En un concierto en Kansas, en Julio de 2004, el problema se subió a su cabeza. Después de combinar una dosis de cocaína con pastillas y su botella diaria de vodka, tuvo una crisis nerviosa. “Había tomado mucha cocaína” dice “y simplemente colapsé”.
Pero con Revenge recién lanzado, había una serie de fechas en Japón que cumplir. Allí, Gerard perdió la cabeza, embarcándose en un auto-destructivo bebida compulsiva de sake hasta que se tambaleó fuera del escenario en su concierto final en un charco de su propio vómito. Profundamente preocupado, Ray dijo simplemente: “Necesitas ayuda”.
Mientras volaban a casa, sabían que había otros problemas también: se sentía que el baterista Matt Pelissier ya no era el adecuado para la banda. Así que, mientras Gerard hablaba con un psiquiatra y se desintoxicaba, Matt fue reemplazado por un viejo amigo, Bob Bryar. Luego, My Chemical Romance decidió que era hora de ponerse serios.
“Se nos ocurrió un plan de batalla” dice Frank. “No queríamos que la banda terminara, así que teníamos que arreglarla. Así que todos se pusieron a trabajar. El álbum apenas había salido y estábamos muy orgullosos de él. Rendirnos en ese punto no era un opción”.
Así que hicieron lo que habían hecho al principio: salieron de gira.
“A partir de ese momento, ya no había vuelta atrás” dice Gerard. “Trabajamos duro, y trabajamos constantemente. Todo se puso muy serio y jodidamente dedicado”.
Y para el momento en que salió su próximo álbum, su ética de trabajo los había hecho grandes. Mientras The Black Parade asomaba en el horizonte, habían pasado de ser nadie a ser rockstars. Pero, como descubrieron pronto, la subsiguiente atención, escrutinio, críticas y halagos trajo sus propios problemas.
Cuando, en Abril de 2006, volaron a los ángeles para grabar – esta vez, en la remota y, la banda afirma, embrujada Mansión Paramour, con Rob Cavallo, el productor de Green Day – esa presión alcanzó un punto de ebullición. Mikey, por ejemplo, estaba tan plagado que tuvo que dejar la banda temporalmente para buscar ayuda por su depresión, y su problema de alcohol y drogas. Mientras tanto, el resto de My Chemical Romance no estaban demasiado lejos de la locura ellos mismos.
¿Cuáles son tus recuerdos al empezar The Black Parade?
Gerard. La banda se había vuelto muy grande, así que había mucha presión. Mucha gente pensó que habíamos tenido una racha de suerte. Eso fue duro para nosotros. Había mucha expectativa acerca de lo que haríamos, así que hicimos lo opuesto. Hicimos un álbum completamente loco.
La presión de hacerlo obligó a Mikey a dejar la banda y empezar terapia…
Mikey. Yo tenía 23, 24 años y bebía mucho en ese momento. Había alcanzado una edad en que un montón de hormonas y emociones te afecta. Estaba en desacuerdo conmigo mismo. La banda nos había envuelto a todos y para mí era abrumador. Grabando Black Parade, fue el momento en que todo se puso de cabeza, no podía parar. Tuve que salir para poder arreglarme. Había algunos tornillos flojos aquí arriba que necesitaban ajustarse.
Gerard. Yo no creo que tuvieras tornillos sueltos, Mikey. Creo que estabas procesando todo lo que nos había pasado.
Ray. Nunca tuve la oportunidad de decir esto correctamente, así que me gustaría decirlo ahora: lo siento, Mikey. Se que contribuí a lo que te estaba pasando. Creo que perdí la cabeza. La presión me hizo pensar que teníamos que hacer todo perfectamente en ese momento. Pero confundí tocar perfectamente con tocar grandiosamente. Lamento haber creado esa atmósfera.
Mikey. No necesitas disculparte, Ray.
Suena como que el álbum fue hecho bajo condiciones intensas.
Ray. Fue insalubre. Nos metimos en ello con las mejores intenciones, en mi caso, esas expresiones se expresaron de la manera errónea. Separamos una habitación en la que teníamos estas charlas súper serias, y esa atmósfera se impregnó en todo el álbum. Fue un tiempo difícil. Todos perdimos la cabeza.
Gerard. Ray se volvió un perfeccionista y yo un maldito lunático. Estaba tratando de revisar demasiado las cosas. Cambiaba las cosas constantemente: una canción empezaba de una manera, y al día siguiente obligaba a todos a que lo cambiaran. Nos volvimos locos. Yo me obsesioné con la muerte. Por días enteros, vi La Pasión de Cristo con el sonido apagado. No podía hacer que las cosas se pusieran lo suficientemente lúgubres. Terminé una relación – de hecho, estaba tan obsesionado, que toda mi vida personal se destruyó.
Mikey. Todos nos volvimos personas oscuras, mórbidas. Nos estábamos amargando.
Ray. De hecho aprendí de cómo no se hace un álbum. Se puede ser tan intenso que inspiras a las personas, o puedes ser tan intenso que intimides a las personas. En Black Parade, lo hice de la manera equivocada.
¿Qué creían que la gente pensaría de Black Parade?
Frank. Estábamos preparados para que todos lo odiaran, debido al éxito de Revenge. Esperábamos que lo destruyeran. Pero primero, no hubo una reacción buena o mala. La gente solo nos miró raro, así que salimos de gira. Tuvo que pasar un año para que empezara a crecer – así que tuvimos que seguir aunque estábamos cansados. Era una locura, no le podíamos decir que no a nada. Sentíamos que se lo debíamos al álbum.
La larga gira de Black Parade estuvo marcada con enfermedades, quemaduras, y heridas ¿Cómo se sintió eso cuando empezó a ocurrir?
Mikey. Había momentos en que no sabíamos en qué país estábamos, no sabíamos nada. Alguien nos señalaba un escenario y nosotros íbamos en esa dirección.
Frank. La verdad, no discutíamos…
Gerard. … pero no es que habláramos mucho, tampoco. Permanecíamos en silencio. Teníamos puestos nuestros auriculares mucho tiempo.
No fue muy divertido, entonces.
Gerard. No, no fue muy divertido.
Frank. Ese era el problema, de hecho. No nos divertíamos. Habíamos empezado a olvidar que éramos personas.
La gira finalmente terminó en el Madison Square Garden el 9 de mayo de 2008, diecinueve meses después de que My Chemical Romance empezara su gira. Estaban listos para separarse. Exhaustos, habían sido acusados de liderar un culto suicida por el Daily Mail: habían sido halagados, puestos en la picota y llevados al borde de sus fuerzas. Pero también se habían convertido en una de las mayores bandas de rock del mundo; su viaje desde los sótanos de Jersey a arenas mundiales había sido espectacular. Quizá, entonces, ese sería un buen momento para terminar el día.
“Después de Black Parade, estar en la banda se sentía como un trabajo” dice Ray. “Todo lo que queríamos hacer era tocar canciones, pero toda la otra mierda que teníamos que hacer se convirtió en la mayor atracción. Queríamos empezar una banda de la que nadie supiera otra vez, en la que pudiéramos tocar música sin toda la demás mierda.”
Al final, Frank lo hizo. Su método para descomprimirse fue formar la banda hardcore Leathermouth y salir de gira otra vez. El resto de la banda optó por hibernar.
“Me acostumbré a no estar en esto y me gustó” dice Gerard. “De hecho, disfruté no estar involucrado”.
Se casó y se convirtió en padre, igual que Frank, pero la presión externa empezó a acumularse para que grabaran otra vez.
“Había sido un padre por dos semanas cuando volvimos al estudio” dice Gerard. “Yo estaba como ‘Terminemos con este álbum rápido. Lo saquemos muy rápido’. Se sentía como que todos querían que hiciéramos otro álbum, pero no les importaba lo que tuviéramos para decir”.
Estuvieron muy cerca de lanzar el álbum que hicieron, también. Pero, incluso después de que se lo hubieran enseñado a la disquera, a periodistas y a sus amigos, lo desecharon. No tenía, como Gerard explicó después, “la grandiosidad”. Hubo otro problema también – al baterista Bob Bryar se le pidió que dejara la banda – la única explicación que ofrecieron para la decisión fue que “necesitaba ocurrir”.
Luego, el año pasado, regresaron al estudio, con Rob Cavallo otra vez, para grabar Danger Days: The True Lives Of The Fabulous Killjoys, un álbum tan a tope, cargando de gasolina y música de fiesta post-apocalíptica, que recibió críticas excelentes. Embadurnados de colores brillantes y descarados, finalmente My Chemical Romance había vuelto.
Y así, estamos otra vez aquí, en el techo de este restaurante del hotel de Lisboa. Los cuatro miembros siguen charlando, todavía pensando en los viejos días y en su viaje hasta aquí. Diez años después de reunirse, hay tanta historia compartida entre ellos, tantas memorias conjuntas, que con frecuencia terminan la frase de los otros. Antes de irse por las ramas, sin embargo, Ray Toro tiene una última cosa que decir acerca de la relación entre ellos.
“Es una locura todo lo que hemos pasado” dice. “Pensar en Frank estaba drogado en el sofá, parece que hubiera pasado toda una vida ¿Y sabes qué? Los cuatro estamos más unidos que nunca”.
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