Me desperté esta mañana aún soñando, o no completamente consciente de mí mismo aún. El sol asomaba por la ventana, tocando mi rostro, y luego una profunda tristeza me sobrevino, inmediatamente, trayéndome a la vida y a la consciencia – My Chemical Romance se había terminado.
Bajé las escaleras para hacer la única cosa que podía imaginarme haciendo para recuperar la compostura.
Hice café.
Mientras el goteo comenzaba, en esa clase de silencio que sólo ocurre a la mañana cuando eres el único despierto, salí de mi casa, dejando la puerta abierta detrás de mí. Miré alrededor y comencé a respirar. Las cosas lucían más o menos igual – un día hermoso.
Me di vuelta para regresar adentro, y entonces escuché un sonido desde el interior, un gorjeo y un frufrú. Y noté que un pequeño pájaro marrón se había metido en la biblioteca. Naturalmente, entré en pánico. Sabía que tenía que lograr que el pájaro saliera sano y salvo, y sabía que tenía que conservar el orden de las cosas en nuestro hogar, y que él no podía quedarse a vivir con nosotros. Lo perseguí (aún asumiendo que era un “Él”) hacia mi oficina, donde tenemos unas ventanas muy grandes.
Justo entonces, y por suerte, escuché los pasos de Lindsey bajando por la escalera, y naturalmente, siendo equilibrada como es ella, tomó una sábana y se metió a la oficina. El pájaro era imposible de atrapar, y comencé a abrir las ventanas, bajo la dirección de Lindsey, sólo para descubrir que tenía mosquiteros. El pájaro comenzó a volar hacia el vidrio, una y otra vez en diferentes direcciones.
Golpe.
Golpe.
¡Golpe!
Escuché otro grupo de pisadas, las de Bandit, que bajaba las escaleras corriendo en anticipación del nuevo día. Su entrada en la situación causó la justa cantidad de caos (estaba muy emocionada por conocer al pájaro) y nos encontramos persiguiendo el pájaro hacia la sala de estar. Sabiendo que ahí es donde la cosa se podía poner complicada, teniendo el techo alto y las vigas para posarse, abrí la puerta delantera mientras Lindsey hacía lo mejor que podía para alentar a nuestro nuevo amigo a que saliera. Después de unas cuantas vueltas, vuelos, gorjeos, un regreso a la biblioteca y una corta despedida a Bandit, simplemente saltó hacia la puerta, despegando en el quinto salto.
Nosotros aplaudimos.
Yo ya no estaba triste.
No me había dado cuenta, pero dejé de estarlo desde el momento en que el pájaro entró a mi vida, pero había algo que necesitaba hacer, un pequeño recipiente que ayudar y un orden que mantener. Cerré la puerta. Decidí escribir esta carta como siempre supe que lo haría.
A menudo está en mi naturaleza el ser abstracto, esconderme a plena vista o en ningún lugar en absoluto. Siempre he sentido que el arte que he hecho (solo o con amigos) contiene todo mi intento cuando lo ejecuto apropiadamente, y por lo tanto, no necesita ninguna explicación. Simplemente no está en mi naturaleza el buscar excusas, explicaciones o justificaciones a ninguna de las acciones que he tomado como resultado de pensarlo bien con la cabeza clara y, en mi verdad.
Siempre sentí que la situación que involucraría el final de la banda sería diferente, en la eventualidad de que ocurriera. Sería críptico durante su existencia, y abierto sobre su muerte.
Las acciones más claras vienen de la verdad, no de la obligación. Y la verdad del asunto es que los amo a cada uno de ustedes.
Así que si esto los encuentra bien, y da algo de claridad en lo que sea, o en mi intención personal y sentimientos sobre el asunto, entonces es por amor, mutuo y compartido, no por deber.
Amor.
Esa fue siempre mi intención.
My Chemical Romance: 2001-2013.
Éramos espectaculares.
Lo supe en cada concierto, cada concierto lo sentía con o sin confirmación externa.
Hubo algunos contratiempos, a veces nuestro equipo de segunda mano se rompía, a veces yo me quedaba sin voz – aún así éramos grandiosos. Es esta creencia que nos hizo ser quiénes éramos, pero también muchas otras cosas, todas ellas vitales – y todas las cosas que nos hacían grandiosos eran las mismas cosas que iban a acabar con nosotros.
Ficción. Fricción. Creación. Destrucción. Oposición. Agresión. Ambición. Corazón. Odio. Coraje. Rencor. Belleza. Desesperación. AMOR. Miedo. Encanto. Debilidad. Esperanza.
Fatalismo.
Ese último es muy importante. My Chemical Romance tenía, construido en su núcleo, un dispositivo a prueba de fallos. Un dispositivo del Día del Juicio que, en el caso de que ocurrieran ciertos eventos o dejaran de ocurrir, detonaría. Me di cuenta de esta “falla” a las semanas de su concepción.
Personalmente, la acepté porque, de nuevo, nos hacía perfectos. Una máquina perfecta, bella, pero consciente de su propio sistema. Con la directiva de destruirse antes de verse comprometida. Para proteger la idea – al costo que fuera. Esto probablemente suena extraído de las páginas de un cómic de cuatro colores, y ese es el punto.
Ni arriesgarse. Ni rendirse. Ni una puta mierda.
Para mí, de eso se trata el rock ’n’ roll. Y yo creo en el rock ‘n’ roll.
No era esquivo sobre a quién le decía esto, ni con la prensa, con un fan o con un pariente. Está en las letras, está en la broma. Muchas veces vi a un periodista reírse despectivamente, asumiendo que estaba siendo sentimental o melodramático (en su defensa, es muy probable que yo estuviera vestido como el líder de una banda militar apocalíptica con una bata de hospital destruida y la cara cubierta de pintura expresionista, así que es bastante justo).
Aún no estoy seguro si el mecanismo funcionó correctamente, pero no fue tanto una explosión sino un proceso mucho más lento. Pero con el mismo resultado, y por la misma razón.
Cuando llegara la hora, nos detendríamos.
Es importante para entender que para nosotros, la opinión de que si realmente era o no el momento no nos vino de la audiencia. De nuevo, esto era para proteger la idea para el beneficio de la audiencia. Muchas bandas han esperado por una confirmación externa de que es momento de colgarlo, por la venta de entradas, posiciones en los gráficos, abucheos y botellas de orina – opiniones que para nosotros no tenían ninguna influencia, y que por lo general siempre llegan demasiado tarde de todos modos.
Debes saberlo en tu ser, si escuchas a la verdad dentro de ti. Y la voz interior se volvió más ruidosa que la música.
Ahora.
Hay muchas razones por las que My Chemical Romance se ha acabado. El que jaló el gatillo no tiene importancia, igual que los mensajeros – pero el mensaje, otra vez y como siempre, es lo importante. Pero para reiterar, esta es por mi cuenta, mis razones y sentimientos. Y puedo asegurarles que no hubo ningún divorcio, pelea, falla, accidente, villano o cuchillada por la espalda que causara esto, de nuevo, esto no fue culpa de nadie, y ha estado marchando silenciosamente, sin saberlo nosotros, antes de cualquier sensacionalismo, escándalo o rumor.
No hubo ni siquiera un momento de gloria en una lluvia de balas ...
Estoy en el backstage en Asbury Park, Nueva Jersey. Es el sábado 19 de mayo de 2012, y estoy caminando detrás de una gran cortina negra que lleva al escenario. Siento que la brisa del océano me llega, y miro mis brazos, que están cubiertos de una nueva gasa por haber perdido una batalla con un sarpullido por el calor, que había sido un misterioso problema en los meses recientes. Normalmente no estoy nervioso antes de un concierto, pero ciertamente estoy lleno de mariposas enojadas la mayor parte del tiempo. Esto es diferente – una extraña ansiedad se propulsa a través de mí, que sólo puedo imaginar que es el sexto sentido que uno experimenta antes de su último momento de vida. Mis pupilas se han reducido a nada, y he dejado de parpadear. La temperatura de mi cuerpo es como hielo.
Recibimos la señal para subir al escenario.
El concierto es… bueno. No grandioso, no malo, sólo bueno. Lo primero que noto que me toma por sorpresa no es la enorme cantidad de gente frente a nosotros, sino que lejos, a mi izquierda, esta la costa y la vastedad del océano. Mucho más azul de lo que recuerdo de cuando era niño. El cielo está igual de vibrante. Hago mi interpretación, semi-automáticamente, y algo anda mal.
Estoy actuando. Yo nunca actúo en el escenario, incluso cuando parece que sí, incluso cuando estoy tarareando o soltando un soliloquio. De pronto, me vuelvo muy auto-consciente, casi como si despertara de un sueño. Me comienzo a mover más rápido, más histérico, temerariamente – tratando de sacudirme esa sensación – pero todo lo que comienza a aparecer es el silencio. Los amplificadores, los gritos, todo comienza a desaparecer.
Todo lo que quedó fue esa voz interior, y la podía oír claramente. No necesitaba gritar – me susurró, y me dijo brevemente, planamente y amablemente – lo que tenía que decir.
Lo que dijo queda entre la voz y yo.
La ignoré, y los siguientes meses estuvieron llenos de sufrimiento para mí – me vacié, dejé de escuchar música, no levanté ni un lápiz, empecé a deslizarme hacia viejos hábitos. Toda la vibración que solía ver comenzó a de-saturarse. Perderse. Solía ver arte o magia en todo, especialmente en lo mundano – y esa habilidad estaba enterrada debajo de los restos del naufragio.
Lentamente, una vez que me había hecho suficiente daño, comencé a salir del pozo. Limpio. Cuando logré salir, lo único que quedó dentro de mi fue la voz, y por segunda vez en mi vida, ya no lo ignoré, porque era la mía.
Hay muchos roles que ejecutar en este final. Podemos ser los que tienen buenos deseos, malos deseos; simpatizantes, despotricadores, comediantes, nubes de tormenta, víctimas.
La última, otra vez, es importante. Nunca me consideré una víctima, ni tampoco a ninguno de mis camaradas, ni a los fans – especialmente no a los fans. Que adoptáramos ese rol ahora mismo legitimaría todos los nombres que los tabloides han tratado de ponernos. Más importante, pierde completamente el punto de la banda. Y entonces, ¿qué habremos aprendido?
Con honor, integridad, consuelo, y en los términos de nadie más que los nuestros – la puerta se cierra.
Y otra se abre.
Esta mañana me desperté temprano. Rápidamente me lavé los dientes, me puse un par de jeans holgados, y me metí al auto, gentilmente acelerando a 405 millas por hora a través de la niebla matutina hacia un estacionamiento automovilístico en Palo Verde, donde iba a encontrarme con un amable caballero llamado Norm. Él era mayor, y un “hippie” auto-proclamado, pero también tenía la energía de un chico de dieciséis en una banda de rock de garaje. El propósito del encuentro era la entrega de un amplificador hacia mi posesión. Recientemente le había comprado el amplificador, y los dos estuvimos de acuerdo en que enviarlo por correo arruinaría los tubos – así que él fue lo suficientemente amable como para encontrarse conmigo a mitad de camino.
Un amplificador Fender Princeton de 1965, sin reverberación. Un aparatito hermoso.
Me mostró sus puntos fuertes, el parlante, el enchufe sin cable a tierra, el sello original y la marca de tiza del hombre o la mujer que lo construyó.
“Este amplificador habla,” me dijo.
Yo sonreí.
Fuimos a tomar café, hablamos de momentos laminados en oro y de la vida. Nos sentamos en el auto y nos hicimos escuchar la música que cada uno había compuesto. Nos separamos, prometiéndonos mantener el contacto, yo volví a casa.
Cuando quise empezar My Chemical Romance, comencé sentándome en el sótano de mis padres, levantando un instrumento que hacía tiempo había abandonado por el pincel – una guitarra. Era una Fender Stratocaster mexicana de los ’90, color azul de lago plácido, pero en mi juventud yo había decidido que era demasiado limpia y bonita, así que le di un par de golpes, exponiendo la pintura roja debajo del azul – el color del que se suponía que fuera. Agregándole un pedazo de cinta aisladora en el golpeador, se sentía aceptable. La conecté a un Crate Amp bebé con distorsión incluida y comencé los primeros acordes de Skylines and Turnistles.
Todavía tengo esa guitarra, está apoyada junto al Princeton.
Tiene una voz, y me gustaría oír lo que tiene que decir.
En conclusión, quiero agradecer a cada uno de los fans. He aprendido de ustedes, quizá más que lo que ustedes creen que han aprendido de mí. Mi único arrepentimiento es que soy terrible con los nombres y malo con las despedidas. Pero nunca olvido una cara, o un sentimiento – y eso es lo que me queda de todos ustedes.
Siento amor.
Siento amor por ustedes, por nuestro equipo, por nuestra pandilla y por cada uno de los humanos con quienes he compartido la banda y el escenario.
Ray. Mikey. Frank. Matt. Bob. James. Todd. Cortez. Tucker. Pete. Michael. Jarrod.
Ya que soy malo con las despedidas, me rehúso a dejar que esta sea una. Pero los dejo con una última cosa.
My Chemical Romance se ha acabado. Pero nunca puede morir.
Está viva en mí, en los chicos, y está viva dentro de todos ustedes.
Siempre supe eso, y creo que ustedes lo saben también.
Porque no es una banda.
Es una idea.
Con amor,
Gerard.